Las sequías y el clima severo han devastado muchas fincas en Centroamérica.
Con la «caravana» de inmigrantes en busca de asilo que ahora se aproxima a la frontera entre México y Estados Unidos, muchas organizaciones noticiosas han señalado -con razón- que estas son personas que huyen de la pobreza extrema y la violencia de pandillas causada en parte por la intervención de los Estados Unidos en sus países de origen. Pero hay otra razón detrás del éxodo: el cambio climático.
Un tercio de todo el empleo en Centroamérica está vinculado a la agricultura. Eso significa que las alteraciones causadas por el cambio climático causan consecuencias devastadoras para las personas que dependen de la tierra para su sustento. Estas afectaciones son complejas y variadas. Los agricultores de Honduras (donde comenzó la caravana) y Guatemala, por ejemplo, vieron cómo sus cultivos de café habían sido diezmados por la roya, un hongo que ha proliferado debido al calentamiento de las temperaturas. Las sequías prolongadas castigan a las comunidades -ya de por sí pobres- que luchan por sobrevivir con sus cosechas. En muchas áreas, los cambios en los patrones climáticos han hecho casi imposible tener éxito con los métodos de cultivo convencionales que alguna vez funcionaron en el pasado.
En nuestro trabajo con agricultores en toda Centroamérica, nos enfocamos en desarrollar la capacidad de recuperación frente al cambio climático a través de una gama de métodos de adaptación. En la región montañosa occidental de Guatemala, la región más empobrecida del país, hemos trabajado con las comunidades locales y los gobiernos municipales para introducir una nueva variedad de papa, ya que las nuevas condiciones climáticas hicieron casi imposible cultivar la variedad que durante mucho tiempo había sido un elemento básico.
El agricultor Fabián Sebastián López Rodríguez nos explicó: «Las estaciones solían estar bien definidas. Ahora, es casi imposible saber cómo será el clima en cualquier momento del año. Cuando su supervivencia depende de la agricultura, esta situación es devastadora». Pero para López y otros agricultores en su área, las nuevas variedades de papa resistentes a las heladas han sido un salvavidas para una comunidad que tiene una de las tasas más altas de analfabetismo y desnutrición infantil en Guatemala, un país donde casi la mitad de los niños menores de cinco años de edad tienen desnutrición crónica. También trabajamos allí con socios locales para instalar sistemas simples, limpios y efectivos de recolección de agua de lluvia para que los pobladores tengan agua incluso durante las temporadas secas, que se han agravado en los últimos años.
Debido a que esta región es tan remota, puede ser difícil diseminar de manera efectiva información y materiales de capacitación sobre métodos de cultivo climáticamente inteligentes. Para abordar este problema, trabajamos con agricultores locales en 2015 para desarrollar una nueva aplicación móvil que brinde acceso instantáneo a información sobre métodos de agricultura sostenible, así como a formas de responder a la sequía, patrones de lluvia impredecibles y otros desafíos relacionados con el cambio climático. Debido a que la aplicación ha sido diseñada para ejecutarse sin conexión una vez que el contenido se ha descargado, los agricultores pueden acceder a la información incluso cuando están en el campo, sin servicio celular o WiFi. Desde entonces, la aplicación se ha implementado en otros 30 países.
En Honduras, trabajamos en la costa atlántica, en las regiones del este central y Corredor Seco, y en la remota área del noreste de Moskitia en dos objetivos interrelacionados: fomentar las empresas sostenibles y de pequeños agricultores y aumentar la resiliencia de las comunidades ante los impactos del cambio climático. Nuestros socios en esta amplia iniciativa de tres años son el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la institución de microfinanzas hondureña FAMA y la organización de conservación hondureña ICADE.
Rainforest Alliance ha sido testigo de primera mano de los efectos devastadores del cambio climático en los medios de sustento y las vidas en Centroamérica y hemos desarrollado e implementado estrategias exitosas y comprobadas para mitigar y adaptarse a esos efectos. Con un apoyo más amplio para impulsar la prosperidad rural a través de métodos sostenibles y climáticamente inteligentes, podemos aliviar aún más la desesperación económica que ha alimentado a la caravana que actualmente se dirige hacia el norte.