Cada vez más, notamos que los cambios en el clima se marcan agresivamente. Con tan solo dos semanas de diferencia, los fenómenos Eta e Iota se despidieron de Centroamérica como tormentas tropicales, pero dejando devastación y afectando, como siempre, a las poblaciones más vulnerables: pequeños productores y comunidades que viven de la agricultura y silvicultura para sobrevivir.
Cuando relata el daño ocasionado por la tormenta Eta, resaltó “más de un año cuidando plátano orgánico al igual que el cacao, que teníamos por cortar y ya no estará apto porque le cayó mucha agua, y eso causa un hongo (Monilia) que afecta la calidad del fruto. No hemos ni logrado recuperarnos de Eta y ya viene otro fenómeno”, agregó sin esperanza, al referirse a la segunda tormenta.
“Este evento ha sido mucho más fuerte, comparado con Mitch, por el daño e inundaciones causadas, en lugares que antes no afectó.” Mientras hace el recuento de los daños, reflexionó, “a uno le dicen que lo material se repone. Pero el tiempo invertido de un año, se acabó en un minuto… ver a mi mamá sin casa y que no puede valerse por ella misma, eso lo quiebra a uno”.
Todos señalaron daños en la infraestructura de carreteras y caminos; en cultivos como maíz, frijol, yuca que sirven para su supervivencia; así como, plantas en viveros o recientemente trasladadas al campo total o parcialmente destruidas.
En café, 426 productores consultados indicaron pérdidas en cultivos a cosechar en noviembre y diciembre. En el caso del cacao, el 75% de los productores reportaron daños en los cultivos o pérdida de calidad causada por el mal clima. Para los productores de rambután, de las cinco organizaciones entrevistadas, entre el 80% y 90% de la fruta que se cosecharía al final de año se perdió. Y en los bosques, por el mal acceso, un 70 % de la madera será afectada porque se dificulta sacarla.
Estrategias para adaptarse al nuevo clima
Para ayudar a estos productores, cuya pérdida se calcula en US$4.5 millones y alrededor de 2,452 familias afectadas, que representan el 72% de los miembros atendidos por Rainforest Alliance, reorientamos y gestionamos alrededor de 350,000 lempiras ($12.000), correspondientes a fondos de iniciativas existentes y buscamos apoyo de otros donantes interesados en canalizar ayuda. Asimismo, estamos desarrollando propuestas orientadas a la recuperación de medios de vida para estos productores, mientras proporcionamos ayuda mínima de emergencia, como alimentos básicos.
Pero, a mediano plazo, necesitamos construir sistemas de producción más resilientes, en lugares de menor riesgo, y dar a más productores las alternativas económicas para disminuir su vulnerabilidad. A largo plazo, también notamos la necesidad de los países de orientarse más a la construcción de mejor infraestructura en zonas productivas, de modo que, para el próximo huracán, menos personas pierdan sus cosechas debido al mal estado de las carreteras y caminos.
En 1998, como consecuencia del Mitch, el hongo Monilia (Moniliophthora) hizo casi imposible la producción de cacao, que entonces predominaba en la zona. Sin embargo, con el fortalecimiento organizacional para pequeños productores, realizado por diferentes organizacionesy en coordinación con diferentes donantes, se logró integrar a grupos de productores con representación legal.
A través de Rainforest Alliance, hemos trabajado en capacitarlos en mejores formas para producir, sin dañar el ambiente, manejar sus empresas agrícolas con el objetivo de acceder a mercados, preparándolos para exportar más y mejor calidad de cacao. Los agricultores y las comunidades forestales están en la primera fila de los efectos del cambio climático que, desproporcionadamente, destruyen sus medios de vida. Sin opciones para sobrevivir, muchos de ellos migran arriesgando sus vidas y las de sus familias.
No necesitamos más evidencia del cambio del clima. Hacer que la agricultura sostenible y la protección de los bosques funcione, no solo es una solución inteligente, es una necesidad para transformar la forma en que el mundo produce, se abastece y consume, para el bien nuestro y de nuestras futuras generaciones en este planeta.