«Cuando llegamos aquí por primera vez solo había un árbol. Era toda la sombra que teníamos para todos, y había calor» recordó Fernando Santiz, presidente de La Ramona, un ejido en Chiapas, México. «Y todo eso» dijo señalando los cerros color esmeralda, «eran pastizales».
Al ver ahora este vibrante pueblo, con unas 30 casas flanqueadas por exuberantes jardines, sin mencionar una cancha de baloncesto cubierta, dos capillas y dos escuelas de una sola aula, es difícil creer que hace apenas 18 años esta tierra estuviera seriamente degradada, y prácticamente inhabitable. Pero cuando 20 familias indígenas Tzotzil llegaron aquí en 2005, estaban contentas de tener un parche de tierra que podrían llamar suyo. Expulsados de sus tierras ancestrales a 140 millas de distancia en los años 90, habían deambulado de un sitio a otro hasta que finalmente se asentaron en estas 100 hectáreas y formaron el ejido (tierra comunal). La comunidad se puso a trabajar, despejando un camino a través de las escarpadas colinas, construyendo casas, plantando árboles de sombra y cultivando café.
A pesar de sus enormes esfuerzos, la comunidad de La Ramona continuó durante algunos años luchando contra plantas de café malas, suelos degradados y desafíos climáticos. Luego, en 2018, Rainforest Alliance se asoció con Olam Food Ingredients (ofi) como parte de una iniciativa de cinco años de USAID llamada Alianza para Paisajes y Mercados Sostenibles. El objetivo general de este trabajo era permitir que La Ramona, junto con otras siete comunidades cercanas, cultivaran de manera que les permitieran prosperar económicamente mientras trabajaban para restaurar la tierra y devolverles su riqueza original.
Desde que comenzó la iniciativa, La Ramona ha transformado el paisaje de ser casi desértico a ser un ecosistema saludable y productivo. La Ramona ha plantado 30,000 árboles y 65,000 plantas de café, elevando su producción a un promedio de 18 quintales de café pergamino por hectárea (frente a los 5 a 8 quintales que producen las comunidades cercanas). «Ahora es más fresco» dijo Santiz.
El experto en agronomía de Rainforest Alliance, Daniel Domínguez Monzón, quien trabajó estrechamente con La Ramona, dijo que los logros en conservación y producción son impresionantes, pero que “el lado humano (educación, gobernanza, nutrición y autodeterminación) son igualmente importantes si la comunidad ha de sostenerse a largo plazo”.
«Era irnos o ser asesinados.»
La autodeterminación y la sensación de seguridad son, como era de esperar, primordiales para la comunidad de La Ramona. A raíz del levantamiento zapatista de 1994, una lucha por los derechos indígenas en Chiapas que atrajo la atención internacional; los conflictos religiosos que se venían gestando desde hacía mucho tiempo en la región alcanzaron un punto de ebullición. Si bien la mayoría está de acuerdo en que, en última instancia, los conflictos tuvieron más que ver con la política y la economía que con los sistemas de creencias, el resultado para las familias fundadoras de La Ramona fue el mismo: tenían que huir para salvar la vida, perdiéndolo todo en el proceso.
«Era irnos o ser asesinados», dijo Santiz. Después de que sus casas y tierras fueron confiscadas, las familias primero huyeron a una comunidad llamada Nuevo Mitontic. Pero cuando llegaron los fondos gubernamentales para el reasentamiento, las familias no pudieron llegar a un acuerdo con la comunidad existente sobre cómo repartir los recursos. Se mudaron nuevamente, esta vez al pueblo de Villa Corzo, donde se pusieron a trabajar en un acuerdo con el gobierno para comprar su propia tierra. Cuando finalmente estas 100 hectáreas pasaron a ser suyas en marzo de 2005, las familias llamaron a su ejido La Ramona, en honor a la venerada comandante zapatista y líder femenina más famosa de la lucha indígena.
Al cabo de un año, las familias cultivaban café con plantas regaladas (o eso creían) por un exportador local. Como los fundadores de La Ramona hablaban principalmente tzotzil, no entendieron que se esperaría que devolvieran el dinero por las plantas al exportador después de tres años. Y dado que las plantas eran de mala calidad y producían escasas cosechas, resultaba difícil pagar por ellas.
«Sufrimos mucho entonces», dice Santiz. «Pero afortunadamente nos estamos recuperando».
Alianzas para un paisaje próspero
A través de la iniciativa de USAID, ofi contrató a varios técnicos, a quienes Domínguez de Rainforest Alliance capacitó en cultivo regenerativo de café con enfoque en resiliencia y restauración climática. Luego, entonces, Rainforest Alliance y ofi proporcionaron capacitaciones a los miembros de la comunidad.
Es una triste ironía que mucho de lo que se compartió en las capacitaciones son prácticas indígenas que se han perdido a lo largo de los años. En la era moderna, dijo Domínguez, «las formas tradicionales pasaron a devaluarse en favor de los métodos agrícolas convencionales, como el uso excesivo de agroquímicos, que ahora sabemos que causan problemas». Y añadió: «Pero la ciencia muestra que lo que hicieron los pueblos indígenas hace 100 años es la mejor manera de cultivar».
Ahora, estas prácticas tradicionales y regenerativas han sido restauradas en la comunidad de La Ramona y también compartidas con los técnicos de ofi. Armados con esta riqueza de conocimientos, los técnicos pueden apoyar a los productores de café con los que trabajan en toda la región. «El impacto de este trabajo va mucho más allá de lo que se logró con la iniciativa, porque ahora puedo replicar el trabajo en todo Chiapas y más allá», dijo Domínguez.
Con vistas al futuro
La Ramona sigue prosperando. Con sus mayores ingresos, la comunidad—que se ha expandido de 20 a 35 familias—ha comprado cincuenta hectáreas más. Actualmente también está construyendo una iglesia católica y ampliando una capilla adventista del séptimo día. Aunque fueron conflictos religiosos los que llevaron a la violenta expulsión de la comunidad hace casi 20 años, Santiz insistió en que hoy en día no existen esas divisiones en La Ramona. «Aquí no hay discriminación. Después de lo que pasaron nuestras familias, ¿cómo podríamos hacer eso?»
«En todo caso» dijo sonriendo, «todo eso está ahora en el pasado».