Los devastadores fenómenos climático no son novedad para nadie. Según el reporte más reciente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), la actividad humana ha seguido aumentando la temperatura del planeta hasta 1.1°C. Este aumento rápido y a escala global está teniendo consecuencias para todos. Sin embargo, afectan particularmente al sector agrícola y a la seguridad alimentaria.
El pasado mes de marzo, los efectos del cambio climático en Latinoamérica, se sintieron con fuerza especialmente en Ecuador y Perú.
El contexto climático en Ecuador y Perú
Las constantes lluvias que afectaron a Ecuador, desde enero, causaron daños a más de 6.900 viviendas y destruyeron alrededor de 72. Las provincias más golpeadas fueron: en la costa, Manabí, Guayas, Santa Elena, El Oro Santo Domingo de los Tsáchilas y Los Ríos; en la sierra, Cotopaxi, Bolívar y Chimborazo. A las lluvias y deslizamientos se le sumó un sismo de 6.5° de magnitud el 18 de marzo, que afectó alrededor de 1,107 personas.
De manera similar, en el Perú los efectos del ciclón Yaku continuaron. Este, además de la ola de calor y las lluvias constantes, ocasionó fuertes deslizamientos y numerosas inundaciones. En especial al norte del país. En total, 716 distritos estuvieron en estado de emergencia (38% del territorio peruano) y hay más de 56,000 personas damnificadas. “Las proyecciones se están cumpliendo y esto recién se inicia”, dice Liliana Miranda, coautora peruana del VI Informe del IPCC.
Los fenómenos del Niño y la Niña
Si bien el fenómeno natural del Niño es el principal responsable, los efectos de este afectan al clima de todo el planeta. Además, este es normalmente acompañado por el fenómeno de la Niña. Por el momento hay un 50% de posibilidades de que este fenómeno se repita hacia la segunda mitad del 2023, lo que podría causar un aumento momentáneo de la temperatura global por encima de 1.5°C.
Desde el campo: consecuencias para los productores
Todo el sector agrícola se ve afectado por el cambio climático. Un ejemplo es la caficultura, que ha tenido que encontrar zonas más altas con microclimas ideales. Este cultivo requiere de temperatura, luz y humedad muy específica para su crecimiento y calidad. Al elevarse la temperatura se reducirían las posibles superficies de producción y el rendimiento del cultivo.
De forma similar, el banano es afectado por plagas que proliferan con más rapidez si el calor es excesivo y las condiciones climáticas lo debilitan. El cacao, a pesar de su creciente demanda, necesita de condiciones climáticas regulares y sin ellas la producción actual podría disminuir o no ser suficiente.
¿Qué estamos haciendo para mitigar el cambio climático?
Este problema no debe de abordarse solo desde las fincas o solo por los países que dependen en gran parte de la agricultura. Por ejemplo, aunque Perú es responsable solo del el 0.4% de la producción de gases de efecto invernadero, es el tercer país más vulnerable a los riesgos climáticos. Es decir, debemos adaptarnos al cambio climático, en el corto plazo, y trabajar en mitigar sus efectos, a largo plazo, de forma integral.
Desde Rainforest Alliance, promovemos un enfoque de Manejo Integral de Paisajes y abogamos por políticas y regulaciones que prohíban la deforestación e incentiven la conservación de los bosques, a la par que se protegen los derechos humanos y medios de vida de trabajadores y agricultores.
Trabajamos activamente en las mejore prácticas agrícolas y ambientales para reducir los efectos del cambio climático en los bosques tropicales. Desde las fincas trabajamos bajo el Estándar de Certificación 2020, en café, cacao, banano, aguacates, otras frutas y flores, en quince países latinoamericanos, incluyendo Perú y Ecuador.
“La naturaleza es una aliada poderosa. Los bosques tropicales, en la agricultura sostenible, y los suelos saludables, – absorben carbono y sirven como depósitos. La naturaleza también nos ayuda a reducir los efectos negativos de los impactos del cambio climático”.
Leila Yassine, gerente global de abogacía para la naturaleza, Rainforest Alliance.
La experiencia de los antepasados:
Si es productor, agricultor o ingeniero forestal debe estar preparado para adaptar su finca al nuevo clima y contribuir con la mitigación al cambio climático. Una herramienta útil es el Servicio Nacional del Clima en Estados Unidos, para monitorear posibles tormentas tropicales y cambios en las corrientes de los océanos, así como la evolución y recorrido del Niño y la Niña.
Además es importante reconectar y aprender del conocimiento ancestral. La Cultura Moche, al norte del Perú, por ejemplo, construyó reservorios, sistemas de drenaje, canales y desplegó una serie de estrategias para que el agua se quede, humecte el suelo y no se desborde.
Nosotros podemos ser esa generación que deje un legado de sabiduría en la sostenibilidad y regeneración agrícola y forestal para las próximas generaciones.