Desde que el Coronavirus se extendió prácticamente por todo el planeta y se declaró la pandemia del COVID-19, abundan las noticias de productores agrícolas que han dejado sus labores o cambiado de actividad o cultivo. Pero hay casos en que eso no ha ocurrido, como sucede con Expoflora una finca de flores en Costa Rica que cuenta con el certificado Rainforest Alliance.
Especializada en la producción de lirios, la finca importa los bulbos desde Holanda y cuando el virus llegó a tierras costarricenses (a inicios de marzo), ya había comprado la semilla requerida para hacer frente a su temporada de ventas más alta, el Día de la Madre en Estados Unidos. Prácticamente el 90 por ciento de la producción de Expoflora se exporta a ese país, y allí dos terceras partes de sus flores se venden en supermercados.
De un día para otro, los pedidos se desplomaron lo que provocó que en abril las ventas apenas alcanzaran un 25% aproximadamente de las cifras habituales. Pero, esa disminución no se podía traducir en dejar de producir, se requería tener flores disponibles pues algunos compradores optaron por hacer pedidos casi que de un día para otro y, además, las áreas de cultivo estaban sembradas y las flores tenían que ser cosechadas.
Así que la empresa, como tantas y tantas en el mundo entero, está enfrentando grandes pérdidas que difícilmente recuperará a corto plazo, pues su gran mercado acaba de iniciar su verano, una época en que, según nos explicó el gerente René Kuiper, las personas compramos menos flores pues la temperatura nos permite estar en mayor contacto con la naturaleza y las tenemos más cerca (incluso en nuestros propios jardines).
Pese a un panorama tan poco alentador, Expoflora ha encontrado un camino para mantener su motivación empresarial y hasta ayudar a otros a sonreír en tiempos de pandemia. A inicios de mayo recibió una solicitud de la Embajada de los Países Bajos en Costa Rica para celebrar de una manera muy significativa el Día de la Liberación y, sin dudarlo, aceptó. En tan solo tres días de labor, sus 80 trabajadores (todos habitantes de Santa Bárbara de Heredia, en la región norte-central del país) prepararon y distribuyeron 2000 ramos de flores al personal sanitario y de operaciones de seis hospitales nacionales y otros centros de salud que se encuentran en la primera línea de atención de la crisis de salud. Ese gesto no sólo lo agradecieron esos 2000 héroes, sino que el país entero que celebró el apoyo empresarial a sus trabajadores esenciales.
También la finca está aprovechando la época, que ahora en Costa Rica coincide con el inicio de la temporada de lluvias, para continuar sus esfuerzos de conservación y reforestación. Tras recibir el apoyo técnico de expertos de la Universidad Nacional de Costa Rica ha identificado especies de árboles nativos que favorecen la alimentación de aves y otros animales, para terminar de completar el corredor biológico que forma parte del área de 15 hectáreas dedicadas a conservación (la finca posee un total de 30 hectáreas).
Esa no es la única práctica ambiental que impulsa la compañía. Precisamente muy cerca de donde se sembrarán los nuevos árboles, ha construido un tanque para recolectar el agua de lluvia que cae sobre los techos del área de invernadero y ese líquido se reutiliza luego en el riego.
Como el cultivo de flores es una actividad agrícola intensiva y la finca está comprometida con las buenas prácticas de producción que la Norma de Rainforest Alliance para la Agricultura Sostenible exige, se utilizan abonos orgánicos y bacterias que permiten mantener la calidad del suelo, ya de por sí muy alta, pues la empresa se encuentra prácticamente a los pies del Volcán Barva de modo que hablamos de tierra volcánica rica en nutrientes.
Estas son parte de las prácticas que viene implementando Expoflora desde hace seis años, cuando decidió formar parte de nuestro programa de certificación y poder responder a clientes que demandan flores hermosas pero cultivadas responsablemente.